Analogía que muestra la relación mística entre la divinidad o conciencia suprema, el maestro espiritual, y el discípulo o practicante.


El discípulo es como el loto.

El maestro espiritual es como el agua, la presencia que rodea y nutre al loto, proporcionándole crecimiento, iluminación.
El señor supremo es como el sol.
Mientras flota en el agua, el loto puede apreciar y experimentar plenamente

al sol y recibir sin obstáculo alguno sus vivificantes y

iluminadores rayos;

pero si desaparece el agua, el elemento que nutre y armoniza todo, ese mismo sol lo quemará. Similarmente, sin el maestro espiritual, el sol del supremo quemará al discípulo. Sin la ayuda del Guru el discípulo está perdido.